Bishop Burbidge's National Migration Week 2017 Message

2017-01-06

Dear Brothers and Sisters in Christ,

In their joint statement marking National Migration Week (Jan. 8-14), USCCB President Cardinal Daniel DiNardo and Vice-President Archbishop José H. Gomez offer a poignant and timely invitation to reflect, with gratitude, on the innumerable ways immigrants and refugees have contributed to our Church and our country.  

They write, "[W]e are invited to create a culture of encounter where citizens old and new, alongside immigrants recent and longstanding, can share with one another their hopes for a better life."  They remind us of the fact that even the Holy Family of Jesus, Mary and Joseph experienced life as refugees.

Here in the Catholic Diocese of Arlington, we have a long held tradition of welcoming refugees and immigrants.  Mindful of our Catholic teaching on the dignity of every human person, we can look back with gratitude on the many ways our parishes have welcomed the stranger-as Christ himself-over the decades.  We are taking to heart the words of Sacred Scripture, "Do not neglect hospitality, for through it some have unknowingly entertained angels" (Heb. 13:2).   

In the recent history of our own families, most of us can recall experiences of dire economic conditions, immigration, religious persecution, fear, and intolerance.  This week I join my brother bishops in encouraging all to reflect prayerfully on the witness of these lives. 

Our prayer is rooted in Jesus, who himself was a refugee.  Moreover, during his earthly ministry, Jesus was an itinerant, moving from one place to another as he preached, healed and proclaimed the Good News.  As we reflect this week on the immigrants and refugees in our communities and beyond, may we more clearly see that in the faces of these men, women and children, we are invited to see not strangers, but Jesus.  If we have been slow to introduce ourselves to a new immigrant or refugee neighbor, this week would be a fitting time to take the first step.  If the needs of immigrants and refugees are not already part of our daily life of prayer, bring these families before the Lord.  Lastly, it is only fitting that each of us should offer a prayer of thanksgiving for our great national heritage of welcoming the newcomer.  

 

Sincerely in Christ,

Bishop Burbidge

 

 

En espanol:

Mensaje de Monseñor Michael Burbidge, Obispo de Arlington, con motivo de la celebración de la Semana Nacional de la Migración (del 8 al 14 de enero)

8 de enero de 2017 

Estimados hermanos y hermanas en Cristo:

 

En su declaración conjunta con motivo de la celebración de la Semana Nacional de la Migración (del 8 al 14 de enero), el Cardenal Daniel DiNardo, Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), y el Arzobispo José H. Gómez, Vicepresidente de la USCCB, hicieron una emotiva y oportuna invitación a reflexionar con gratitud sobre las muchas formas en que los inmigrantes y los refugiados han contribuido a nuestra Iglesia y a nuestra nación.   

En sus propias palabras, "estamos invitados a crear una cultura de encuentro donde los ciudadanos viejos y nuevos, junto a los inmigrantes recientes y de hace mucho tiempo, pueden compartir uno con el otro sus esperanzas de una vida mejor". Ellos nos recuerdan que  Jesús, María y José experimentaron la vida como refugiados.

Aquí en la Diócesis de Arlington, tenemos una antigua tradición de acoger a los refugiados e inmigrantes. Conscientes de nuestra enseñanza católica sobre la dignidad de toda persona humana, podemos recordar con gratitud las muchas formas en que nuestras parroquias han acogido a los extranjeros-como el propio Cristo-con el transcurso de los años. Tomamos en serio las palabras de la Sagrada Escritura, "no se olviden de practicar la hospitalidad, ya que gracias a ella, algunos, sin saberlo, hospedaron a los ángeles" (Hebreos 13:2).   

En la historia reciente de nuestras propias familias, la mayoría de nosotros puede recordar experiencias de precarias condiciones económicas, inmigración, persecución religiosa, temor e intolerancia. Esta semana, me uno a mis hermanos obispos para animarlos a todos ustedes a reflexionar, en espíritu de oración, sobre el testimonio de esas vidas. 

Nuestra oración está arraigada en Jesús, que fue refugiado. Además, durante su ministerio en la Tierra, Jesús fue una persona itinerante, que se desplazaba de un lugar a otro mientras predicaba, sanaba y proclamaba la Buena Nueva. Al reflexionar esta semana sobre los inmigrantes y refugiados en nuestras comunidades y más allá de sus límites, pidamos a Dios que nos permita ver más claramente que en el rostro de esos hombres, mujeres y niños, se nos invita no a ver a extraños sino a ver a Jesús. Si nos hemos demorado en presentarnos a un nuevo vecino inmigrante o refugiado, esta semana sería una época apropiada para dar el primer paso. Si las necesidades de los inmigrantes y refugiados todavía no son parte de nuestra vida diaria de oración, lleven a esas familias a la presencia del Señor. Por último, es justo que cada uno de nosotros ofrezca una oración de acción de gracias por nuestra vasta diversidad y por la unidad de que gozamos como miembros de la sagrada familia de Dios.

   

Atentamente en Cristo,     

Monseñor Michael Burbidge 

Obispo de Arlington