Message from Bishop Burbidge on the World Day for Consecrated Life 2020

On this World Day for Consecrated Life, we celebrate those men and women who have left all behind to devote themselves to the Lord through the evangelical counsels of poverty, chastity and obedience. They give witness to the deep joy that can be found in a life lived for God. Pope Francis recognized this reality in his homily for the feast last year: “Consecrated life consists in this prophetic vision in the Church: it is a gaze that sees God present in the world, even if many do not notice him; it is a voice that says: “God is enough, the rest passes away”; it is praise  that gushes forth in spite of everything…” (Pope Francis Homily for World Day for Consecrated Life, February 2, 2019).

I am particularly grateful to the more than 175 men and women religious who serve as these witnesses in our diocese, including those living the cloistered life of prayer. We pray for them as well as for the 72 men and women from our diocese who are in formation with religious orders throughout the world, that they be given the strength and clarity to follow the Lord's plan for them.

Mensaje del Obispo Burbidge con motivo de la
Jornada Mundial de la Vida Consagrada 2020

En esta Jornada Mundial de la Vida Consagrada, celebramos a aquellos hombres y mujeres que han dejado todo atrás para dedicarse al Señor a través de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Dan testimonio de la profunda alegría que se puede encontrar en una vida dedicada a Dios. El Papa Francisco reconoció esta realidad en su homilía en la fiesta del año pasado: “La vida consagrada es esta visión profética en la Iglesia: es mirada que ve a Dios presente en el mundo, aunque muchos no se den cuenta; es voz que dice: «Dios basta, lo demás pasa»; es alabanza que brota a pesar de todo...” (Homilía del Papa Francisco para la Jornada de la Vida Consagrada, 2 de febrero de 2019).

Estoy particularmente agradecido con los más de 175 religiosos y religiosas que sirven como testigos en nuestra diócesis, incluidos los que viven la vida de oración enclaustrada. Oramos por ellos y por los 72 hombres y mujeres de nuestra diócesis que están en formación con órdenes religiosas en todo el mundo, para que se les dé la fuerza y la claridad para seguir el plan del Señor para ellos.