Statement from Bishop Michael F. Burbidge in recognition of Poverty Awareness Month

( en español )

The land will never lack for needy persons; that is why I command you: “Open your hand freely to your poor and to your needy kin in your land.”  (Deuteronomy 15:11)

Each January, we observe Poverty Awareness Month as a way to bring light to those who are in desperate need of fundamental human necessities, often left to suffer in the shadows of society.  

In Virginia alone, more than 10% of our population lives in poverty. These brothers and sisters─ often joined by their children─may even be homeless, living in their cars or on the streets. They are hungry for food, and desperate to keep safe and away from the elements. Through Catholic Charities and the many ministries of our parishes, may we continue to reach out to our vulnerable neighbors. May we help them experience Christ's healing and consolation, especially in their times of struggle and need.  Finally, may each of us consider a new way in which we might support a local charity that serves the poor, ensuring them of our care.


Declaración de Mons. Michael F. Burbidge en reconocimiento del Mes de Concienciación sobre la Pobreza

Nunca dejará de haber necesitados en la tierra, y por eso yo te mando que seas generoso con aquellos compatriotas tuyos que sufran pobreza y miseria en tu país. (Deuteronomio 15:11)

Cada mes de enero, celebramos el Mes de Concienciación sobre la Pobreza como forma de arrojar luz sobre los que necesitan desesperadamente las necesidades humanas fundamentales, a quienes a menudo se deja sufrir en las sombras de la sociedad.

Sólo en Virginia, más del 10% de nuestra población vive en la pobreza. Estos hermanos y hermanas, a menudo acompañados por sus hijos, pueden incluso carecer de hogar, vivir en sus coches o en la calle. Están hambrientos de comida y desesperados por mantenerse a salvo y alejados de los elementos. Que, a través de Caridades Católicas y de los muchos ministerios de nuestras parroquias, sigamos tendiendo la mano a nuestros prójimos vulnerables. Que les ayudemos a experimentar la sanación y el consuelo de Cristo, especialmente en sus momentos de lucha y necesidad.  Por último, que cada uno de nosotros considere una nueva forma de apoyar a una organización benéfica local que atienda a los pobres, asegurándoles nuestra atención.